Ahorro y eficiencia energética son conceptos tenidos en cuenta mundialmente, no sólo en la arquitectura, sino dentro de la estructura de empresas e industrias, bajo el lema “hacer lo mismo con menos” o “hacer más con lo mismo”, refiriéndose al aprovechamiento de la energía. En lo arquitectónico, esta energía, es la que se requerirá para iluminar artificialmente, calefaccionar y/o refrigerar un espacio hasta alcanzar los niveles de confort, y uno de los aspectos con la cual está directamente relacionada es la orientación del edificio.
Para la ciudad de Córdoba, Argentina, el norte es la orientación óptima sobre la cual “abrir” una vivienda: permite el ingreso del sol en invierno, y en verano con un alero el acceso solar queda totalmente restringido. Pero hay que tener en cuenta que por tratarse de una orientación favorable no significa que se pueda vidriar completamente una fachada y prescindir de protecciones externas. Las decisiones que se tomen respecto de estas cuestiones sumadas a la configuración geométrica, tipo de envolvente y ubicación geográfica entre otras, influirán en el consumo energético.
Por medio de diferentes softwares es posible cuantificar esta energía que será necesaria para acondicionar térmicamente una vivienda o edificio. Si tomamos como ejemplo el caso de un cubo de 3x3x3m con la fachada norte completamente vidriada, podría decirse que se ha tenido el “criterio” de diseñar teniendo en cuenta orientaciones. Si a este mismo cubo lo lleváramos a la ciudad de San Juan, manteniendo orientación, en verano tendría un requerimiento en refrigeración 68% superior. Si lo ubicáramos por ejemplo en New York, tendría un consumo en energía para refrigeración que resultaría un 21% menor y en Frankfurt, ciudad con una realidad climática completamente diferente, un 88% menor. Y así vemos, de manera contundente, cómo el clima es el gran factor determinante para tomar decisiones de diseño que contemplen un consumo energético responsable. Pensar que una misma fachada puede viajar alrededor del mundo e “impostarse” en cualquier lugar sólo respetando la mejor orientación, es un concepto que está quedando en el pasado.
Si bien la ubicación de superficies vidriadas hacia el norte es favorable, es interesante tener presente el porcentaje de ahorro que puede obtenerse al colocar parasoles: si fueran verticales el ahorro en energía de refrigeración sería del 30%, y si se optara por parasoles horizontales podría alcanzarse un ahorro del 34%. Como puede verse en la figura, estos últimos son los más efectivos, al disminuir al máximo el acceso de radiación solar directa y difusa hacia el interior en los meses de verano. Debe tenerse en cuenta que lo ideal es que sean parasoles móviles para permitir el ingreso de sol en invierno. Diseñar con el clima es diseñar con energía, y tener en cuenta la energía en la arquitectura es mirar no sólo el presente, sino también los 50 (o más) años de vida útil que puede llegar a tener la construcción que se ha proyectado.